miércoles, 20 de marzo de 2013

Sublimación

Al menos algo no se descongela, la afirmación de su existencia gracias a mi sonrisa. 
El hielo se sublima, la cuidad se derrite, yo camino sobre sus restos. 
Húmeda recibe mis pasos, cambia las cartas del juego; sus calles humeantes reflejan la luz azul y amarilla del adiós. 
Sueño que hay flores, reales y artificiales sobre los arboles sin hojas, sé que alguien las ha puesto para mi, son tres arboles y cada uno se permite albergar individualmente un color. Abro los ojos y no estoy sola, sale el sol pero esta vez no hay ruido, los pájaros se han ido con la imaginación de una linda noche anterior. Sonrío en el reflejo del café y no mucho después desaparezco de sus ojos para guardarlos conmigo y ver con ellos este día.  
Recibo invitaciones y respondo encuestas de casos improbables y absurdos, esto me permitirá en 5 minutos comprender un poco mas la naturaleza de las afirmaciones y hacer de este descubrimiento útil cuando me haga falta la tranquilidad. 
Como las ardillas, rompo el aire, y la ligereza de mis convicciones se desbordan de movimientos enérgicos. 
Qué tanto produce en mi la disimulada (en términos científicos) historia de la dualidad entre cuerpo y alma y cómo puedo burlarme de ella? Bastantes casualidades para llegar a estar punto: que Nietzsche pensara caminando, y hoy yo acaricie el mundo mientras él me toca, que la mezcla de cebolla y cigarrillo, y el sabor a menta se encarguen de hacerme viajar por los recuerdos, y que ademas de todo sea posible la existencia de la las posibilidades al mismo tiempo que la de los inevitables deseos.

Como dicen algunos, escritura automatica. Para mi, placer cotidiano.

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