jueves, 11 de agosto de 2011

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Relatar días enteros, que se componen de listas interminables y se interrumpen por desvíos innumerables a temas que termina produciendo una risa escandalosa y tener que volver a comenzar. Querer un regalo. Tener en mi repertorio un nuevo dato animal. Caminar sin rumbo, lento y por placer. Planear detalladamente, agendar datos menores. Hacer notas de cualquier cosa en cualquier parte, que luego no se dé que son ni donde están. Esperar con ansias lo que deba pasar para que la semana siguiente continúe. Ver tv con cobija. Ver una peli. Montar en bus un domingo sin afán. Caminar muy rápido, casi persiguiéndote y sin entender la forma efectiva de cruzar una calle. Explicar de dónde vienen las sombras de mi casa, de mi cuarto, de día y de noche. Leer en voz alta sobre una capital que queda en un país que no se siquiera si existe (aun lo dudo, y si existe pronto dejara de hacerlo) para que rueden goticas de tus ojos. Que te de frio. Hablar de historia y geografía, física y música, que hables tú. Besar los ojos. Secretear incoherencias, más bien ruidos. La complicidad. Asustarme 5 segundos después de ya haberlo hecho y por el mismo motivo. Olvidar los detalles el funcionamiento del sistema predeterminado de las cosas. Declarar que de esto, de algo como esto, de cosas como estas (así sea obvio) se compone mi vida y que sino no entiendo, y que es lo que quiero, y que me interesa, para darse cuenta que cada una de estas pequeñas cosas determina la coherencia de mis días. Hoy por la noche en dos apartamentos de un mismo edificio veían el mismo canal y dos cuartos se iluminaban del mismo color al mismo tiempo. Ayer ella me dijo que no era justo, que si yo me iba ella no volvía. Hace poco pase por debajo de un árbol del que llovían demasiadas semillas blancas que me caían en la cara y en todo el cuerpo y tuve que parar de pasar para detenerme y mirar. Y cada día es igual cuando recuerdo que me olvido de los fragmentos que si tuvieran que ser de un color serian amarillos, que hacen que el día no sea igual. Y han pasado muchos días llenos de olvidos de recuerdos que me hicieron suspirar, y han pasado muchos días repitiéndome que no se si es eso lo que quiero, pero es que no puedo dejar de querer hacerme parte de quien quiero que sea quien se haga parte también conmigo. No puedo pedir explicaciones de lo que es tan claro, pero no puedo dejar de dar mis explicaciones, muchos lo saben y hasta yo que por obligación lo se, también me canso de darlas y dármelas, pero es que no puedo y creo que no quiero dejar de hacerlo, y no voy a dejar que se detenga lo que rueda, así haya veces que yo misma sienta necesario desistir, prefiero resistir y ser capaz de rodar hasta el punto que aunque no sea necesario, no valga más que mi deseo. Y hay días también en que me doy cuenta de que soy feliz, y que sonrío, y que me gusta sonreír. Esto y más me hace sonreír, y esto y más me hace no desistir, así deba continuar explicándolo todo.

2 comentarios:

Reincidente dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Alejandra Gómez Vélez dijo...

Sí. Tenías razón ayer.